domingo, enero 21, 2007
Javier Ruibal
Capítulo 2 del cuaderno bitacora
A pesar de que aquí podéis disfrutar de dos personajillas bien avenidas, el que suscribe estas lineas se "jarto" de ver y fotografiar elementos arquitectónicos que por si solos son joyas de la cultura universal. Lejos de cansaros con mis fotografías, me gustaría expresar con palabras el recorrido por las callejuelas que nos esperaban a la salida del palacio de la bahía, y las cuales nos iban a ir acercando, como si estuviera previsto en un plan, a unos de los emblemas de Marrakech. Este recorrido comenzó con una serie de alfombras de distintos tamaños, dispuestas cada una de ellas en una pared.
Este panorama lejos de mostrarse repetitivo causó enorme expectación en todos nosotros, supongo que por un pensamiento de enorme trabajo en la puesta y retirada diaria de estos enseres. Posteriormente comenzamos a adentrarnos en lo que parecía ser un zoco de los innumerables de la ciudad, aunque en el trasiego entre estas tiendas, observamos un día a día normal y corriente. Menores acudiendo al colegio, albañiles con sus portes de ladrillos, y tiendas de todas clases, adornaban este recorrido el cual mostraba elementos de una época en la cual la calle era el centro neurálgico de la vida comunitaria.
domingo, enero 14, 2007
marrakech: primer capítulo.
Por otro lado, y pudiéndolos considerar como arquitectura , nos encontramos con otros elementos en nuestro viaje que también endulzaron nuestros sentidos.
El té y los magníficos pasteles que degustamos fueron tan deliciosos como la compañía de la que empezamos a disfrutar con nuestros compañeros de viaje. Tras reponer fuerzas, y deleitarnos con las vistas del océano atlántico, nos adentramos en la Kasbah de la ciudad, la cual tiene enormes parecidos con pueblos de nuestro país como Vejer de la Frontera. Casas encaladas, colores azules de distintas tonalidades y calles empedradas y sinuosas, conforman un escenario que solo fue roto por la llamada a la oración de la que pudimos ser partícipes mientras caminábamos.
Tras este primer acercamiento etnográfico, emprendimos camino a nuestro destino final, Marrakech. La mezcla de sueño, cansancio e ilusión hizo que la primera noche descansásemos como lirones, de cara a afrontar las visicitudes que nos ofrecería la ciudad naranja; las cuales dejaremos para el siguiente capítulo de este particular cuaderno de bitácora.